18 junio 2009

Si me dibujan los parpados batiendo las alas, como mariposas, me juego a los dados todo mi destino. Te quiero, pienso y al momento, ya no te quiero y me retiro de la mesa del juego. Los dados, la mariposa, el fragor del momento. Intenso. Me retiro de la mesa, con las piernas entreabiertas esperando que tu mano se me meta en el recuerdo con caricias y el aliento al acercarse de tu boca. Vale, juego y los párpados de nuevo batiendo las alas moviendo un mundo entero. Tu mano en mi pierna tu aliento en mi oído, te siento, no te veo ni te oigo pero te siento y siento escalofríos tan dulce como el morirse mas dulce que alguien pueda imaginar cuando llega ese instante en el que todos pensamos en morirnos de un modo dulce. Tu mano me aprieta, me ruega silencio, escucho y vienen esos escalofríos de no oir nada pero sentir mucho. Si me regalan el oro que deslumbra el sol que conocemos me sonríe el orgullo y se larga lejos y espero, de nuevo a jugar a los dados al sol propio si siento tu mano agarrando mi sexo, de nuevo y tu aliento. Y siento de nuevo que te quiero y luego de nuevo siento que ya no te quiero y salgo corriendo. Tu mano se aleja de mi cuerpo y mi cuerpose aleja de su muerte dulce y del sol y del batir de las mariposas y aterriza en el mundo. Que mundo, pienso. Y prefiero de nuevo, por ese instante volver despacio al mismo lugar efímero y a la vez eterno, inventado o real, recordado y olvido, pero mío. Escalofríos y tu mano otra vez y mi cuerpo.