10 septiembre 2008

Musa

Pensé en ti para inspirarme pero no lo conseguí, seguía imaginándote desnuda pero no salía una sola palabra de este cuerpo vagabundo.

Sé que están ahí dentro pero se ahogan entre tanto ruido. Tú parecías una buena musa, quizás el problema no esté en ti. Quizás no quieren salir. No lo sé. Yo solo sé que están ahí dentro, que se acumulan y no salen y me ahogan, aunque yo siga imaginándote desnuda.

Me adormezco, me hundo en este sofá viejo que alguien arrojó al olvido. Escucho voces, ruidos dolorosos que me recuerdan que hay un mundo de prisas que no se recoger. Sigo aquí solo, encerrado y cegado en tu recuerdo para no verme a la cara. Para no mirarme de cerca. Estoy demasiado cerca de mí mismo, prefiero mirar afuera, desde aquí dentro.

Este sofá me engulle por momentos, me absorbo en mis pensamientos, sé que puedo tocarte desde aquí, sé que puedo tenerte rozando mi costado con tus dedos dedicados a mi lucha. Te toco, mano firme, sueño eterno, a mi lado existes, blanca y a la vez oscura.

Y al cerrar los ojos te tengo más cerca, sigues ahí desnuda, se que ya te tengo y hoy ya no te vas, ya no te dejo. Latidos que no pueden frenarse y sudo, juego con tu pelo en el oscuro de mis ojos cerrados, juego más, mas y mas y me niego a abrir los ojos, hoy no te vas. Sostengo tu pelo en mi mano, lo siento y sé que pronto empezarán a salir, todas ellas, frases largas y cortas, efímeras y eternas, te busco ahí adentro, puedo realzarte, definirte y ensalzarte como a un ángel, esta vez no te vas.

Cierro los ojos con más fuerza, el sofá engulle mi cuerpo con su hambre, pero te tengo, desnuda otra vez y sé que las palabras que te den forma aparecerán, lo sé, por eso no abro los ojos, porque tengo ya tu pelo tan enredado que jamás podré soltarlo. Musa.

El ruido ha desaparecido, nada ocurre, tu pelo en mi mano, los ojos cerrados, no hay palabras, paro… ¡estate quieto! ¡Quieto!... No ha pasado nada, seguimos aquí, tú y tu cuerpo y tu alma recostada a mi lado, sumida en el alimento de este desnutrido mueble, conmigo.

Te tengo. Eres mía, otra vez… una vez más… espero y espero con tu cara en mi pecho y tu pelo en mi mano y espero a que salga esa inspiración que te traerá a mí, musa. Espero… ¿será lo mismo?...

¡No quiero!... pero los abro, y el ruido apabulla mis oídos, sofá roído, gente en la calle, tú no estás y nada ha salido de tu recuerdo desnudo e intenso.

Pensé en ti para inspirarme, pero no lo conseguí, no consigo más que ver tu cuerpo, tu cara, perfectos a mi lado, crear palabras que guardo en mi garganta ahogándome, mientras tú desapareces tan pronto pienso que existes, tan pronto creo las palabras que me ahogan.  Me inspiras  niña, el pavor de mi soledad, de mi tristeza, un pavor que aparece y se me queda. Musa.

No hago más que pensarte.